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19 de mayo 2023

Opinión

#ConTaconesEntreLegos | Roxana: Muerta en vida

Con tacones entre legos

Roxana decidió no ser parte de la estadística y tomó la justicia por sus propias manos; asesinó a su violador, el que le dijo “ahora sí te vas a morir”. Hoy, la condenan a seis años de cárcel

Por Marcela Garza Barba

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Ciento ochenta mil pesos costó la vida de Abril Pérez Sagaón.

La mandó asesinar su esposo un 25 de noviembre de 2019, mientras miles de mujeres se manifestaban contra la violencia de género en la Ciudad de México.

Trece días tuvieron que pasar para localizar el cuerpo de Debanhi Escobar en una cisterna de un motel en Nuevo León.

Debanhi salió de fiesta con unos amigos y nunca volvió.

Abril denunció a su agresor ante la Fiscalía de Guanajuato, pero nadie hizo nada; hoy pudiera estar viva, su agresor sigue libre, probablemente en otro país.

En abril se cumplió un año del feminicidio de Debanhi; su caso sigue sin resolver, los agresores también siguen libres.

En México no pasa nada si te matan; al contrario, eres una estadística más. Te sumas al 11 mujeres por día.

Roxana decidió no ser parte de la estadística.

Hoy, la condenan a seis años de cárcel.

Y es que, al parecer, en nuestro país se está más del lado del agresor que de la mujer violentada.

Vaya ironía lo que significa la justicia en México.

Me pregunto, ¿quién defiende a quién?

Hoy, Roxana no es una estadística más.

Pudo ser una de las 11 mujeres asesinadas al día en México, una carpeta más de investigación abierta (hoy hay más de 30 mil) y su muerte hubiera quedado impune como el 95 por ciento de las muertes de mujeres por violencia de género en nuestro país.

Pero Roxana, al sentirse violentada y amenazada de muerte, tomó la justicia por sus propias manos.

Y es que, después de un día vendiendo papas fritas, salió a tomar unas cervezas con sus compañeras.

De pronto, se le acercó un hombre que ya conocía, Sinaí Cruz y le dijo que era mejor que él la acompañara a su casa.

Sinaí insistió en quedarse, pues ya era tarde y su casa estaba muy lejos. Roxana dijo que sí; lo último que recuerda es que este hombre estaba encima de ella.

Ella reaccionó y se defendió.

Tomó una playera, se la puso en el cuello y lo asfixió.

Sinaí se cayó y se pegó en la cabeza.

Ahí murió.

El tribunal reconoció que la oaxaqueña, de 23 años, fue víctima de violación.

Sin embargo, la jueza Mónica Palomino, del Poder Judicial del Estado de México, llegó a la conclusión de que Roxana es culpable del “uso excesivo de la legítima defensa”.

Palomino condenó a Roxana a seis años tras las rejas.

Según la jueza, con un golpe en la cabeza al agresor, hubiera sido suficiente para que Ruiz se defendiera.

A ver, a ver.

No entiendo.

Yo sé que la ley es la ley, pero cuando se trata de feminicidios en nuestro país, la mayoría de las veces la ley no aplica con los agresores.

Y no lo digo yo, lo dicen las estadísticas.

La impunidad directa es de más del cincuenta por ciento en los casos de feminicidio en México.

Los estados con mayor impunidad, Oaxaca y Tlaxcala, con el cien por ciento.

Y en 2022, dos mujeres morían al día en manos de su agresor.

La mujer violada, muerta; los agresores, libres y probablemente cometiendo más delitos.

Con estas cifras no es de extrañar que la víctima quiera hacer justicia por su propia mano y más cuando hay jueces y juezas que aplican la ley rápidamente hacia la víctima, y al agresor lo dejan en total libertad si es que aún vive.

¿La justicia, del lado de la víctima o del agresor?

El Poder Judicial del Estado de México pide respeto para la jueza.

Las mujeres pedimos respeto y que se haga justicia, pero contra el criminal. 

Digo, además, Palomino le exige a Roxana pagar un poco más de 196 mil pesos y casi noventa mil pesos por daño moral a la familia del hombre que la violó.

Sí, escucharon bien.

¿Y el daño moral que le causó a ella cuando la violó?

Cuando le dijo que la iba a matar.

Cómo pedirle a Roxana que no actúe en defensa propia, si el gobierno federal y estatal, y el Poder Judicial no hacen bien su chamba.

Roxana, aunque sigue viva, murió dos veces.

Una, cuando la violaron; otra, cuando la sentenciaron y nadie hace justicia por ella.

Defender la vida no es un delito.

Violar y querer matar a una mujer sí lo es.

Que dolor ser mujer en este país, porque si vives porque te defiendes, quedas muerta por dentro y si mueres en manos de tu agresor, a él lo dejan vivir.

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