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El súper peso y la elección del 2024

¿Estarán viendo los financieros de la Cuarta Transformación esos efectos políticos del “Peso sobrevaluado” entre el pueblo bueno y sabio? No lo duden. La cotización Peso-Dólar meterá su mano en las urnas del 2024

Por Ramón Alberto Garza

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El precio del Dólar rompió ayer miércoles la barrera de los 17 pesos. Alcanzó a cotizar en 16.97, su nivel más bajo desde 2015.

Contra lo que se pueda pensar, esta apreciación del 24 por ciento en el valor de nuestra moneda no es una buena noticia. Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador lo presuma en sus mañaneras y el gobierno de la Cuarta Transformación lo considere un logro.

Tenemos que entender que esta apreciación de la moneda no es producto de que estemos haciendo mejor las cosas en el terreno económico.

La revaluación del Peso obedece a que estamos pagando una tasa de interés -sin riesgo- de 11.12 por ciento en CETES, mientras la tasa Prime en Estados Unidos apenas alcanza el 5.25 por ciento. Es decir, que aquí se paga el doble de lo que se paga en el resto del mundo. Los inversionistas extranjeros no pueden dejar pasar una oportunidad así. Pero eso va directo contra la microeconomía.

Por ejemplo, para pagar esos altísimos intereses y que no se nos vayan los capitales, tenemos que elevar a nuestros compatriotas el costo del dinero en los préstamos simples, en las hipotecas, en los pagos de tarjetas de crédito o en cualquier pago a plazos. Y eso es quitarle al mexicano dinero de su bolsillo por encima de lo que esos mismos servicios se cobran en otros países.

Es cierto que en las cifras macroeconómicas no estamos nada mal. Hay reservas de 200 mil millones de dólares, el déficit fiscal del 4.4 por ciento y una inflación a la baja del 5.18 por ciento. Pero, en estos momentos, la revaluación del Peso tiene más contras que beneficios.

De los beneficios solo podemos citar dos: lo que compramos en el extranjero es más barato en pesos y se abaratan las importaciones. Pero, si eso que compramos compite con productos nacionales, pues se pone en desventaja lo Hecho en México.

Y segundo, el Dólar barato incentiva los viajes al extranjero. Pregunten cuántos familiares, amigos o conocidos andan hoy vacacionando en Estados Unidos o en Europa. En pocas palabras, estamos mandando turistas mexicanos a todo el planeta. Como a finales de los 70, cuando vivimos una efímera y falsa jauja petrolera que nos llevó a la quiebra en 1982.

Pero los contras sí son para pensarla dos veces. Uno, el costo de lo que exportamos se abarata. Nos lo compran en dólares y ahora estamos recibiendo 24 por ciento menos pesos de los que recibíamos hace dos años. Los márgenes de utilidad de reducen o de plano se esfuman. La recuperación tras la pandemia también. Hay que elevar los precios en dólares para no perder y eso, al final del día, nos resta competitividad.

Otro perjuicio es que el turismo se vuelve caro en México. Una habitación de 5 mil pesos la noche cotizaba a 230 dólares hace dos años. Hoy, por esa misma habitación de 5 mil pesos, hay que pagar 295 dólares. Sesenta y cinco dólares más por día.

Pero hay un factor que igualmente es económico que político y socialmente muy sensible: las remesas.

Estamos recibiendo anualmente unos 60 mil millones de dólares de envíos de trabajadores mexicanos en el extranjero. Hace dos años, por ese monto, alcanzábamos los 1.3 billones de pesos. Ahora, esa cifra se redujo a poco más de un billón de pesos.

Una familia que recibiera del padre, la madre o el hijo trabajando en el extranjero, con el envío de 500 dólares podrían disponer hace dos años de 10 mil 750 pesos. Hoy, por esos mismos 500 dólares, apenas recibe 8 mil 500 pesos. Es decir 2 mil 250 pesos menos. Para todo fin práctico, a esos mexicanos les rebajaron 24 por ciento su sueldo.

Súmele a esa caída por el tipo de cambio el que un padre o una madre de la tercera edad le dan en su Tarjeta del Bienestar un apoyo mensual de 3 mil 850 y lo que se perdió en el tipo de cambio por la “revaluación del Peso”, fueron 2 mil 250 pesos, pues el beneficio del gobierno se reduce a solo mil 600 pesos. Menos de la mitad de lo que solía ser el apoyo. Y eso sí, podría levantar intranquilidad e impactar en un voto de castigo en 2024, sobre todo, si la apreciación de la moneda se mantiene.

Para colmo viene la inflación, que ha alcanzado cifras en la economía real de entre 10 y 12 por ciento en alimentos, sobre todo, frutas y verduras. Menos valor de la remesa que reciben, menos la inflación de un 10 por ciento en alimentos, la caída del poder adquisitivo supera el 35 por ciento o más en sus ingresos.

¿Estarán viendo los financieros de la Cuarta Transformación esos efectos políticos del “Peso sobrevaluado” entre el pueblo bueno y sabio? No lo duden. La cotización Peso-Dólar meterá su mano en las urnas del 2024.

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