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Opinión

#ConTaconesEntreLegos | Los 43, López-Gatell y la Verdad Histórica

Con tacones entre legos

Se supone que una verdad histórica es una verdad que se establece y es legítima desde el punto de vista de las víctimas. En el caso de México, falso

Por Marcela Garza Barba

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Estamos hundidos en una verdad histórica que nada tiene que ver con su significado.

Se supone que una verdad histórica es una verdad que se establece y es legítima desde el punto de vista de las víctimas.

En el caso de México.

Falso.

Y es que, en nuestro país, la “verdad histórica” de hoy es la verdad que le conviene al gobierno en turno.

Sea en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa o en el caso de las miles de víctimas por la pandemia.

Pongo a ambos casos en la misma palestra porque son el claro ejemplo de cómo el gobierno de la 4T juega con el dolor de los mexicanos de una manera criminal.

Ahí está un Hugo López-Gatell, apuntándose por la jefatura de la Ciudad de México, cuando debería rendir cuentas sobre las nulas estrategias que llevaron a la muerte a miles de mexicanos durante la pandemia.

O un José Ramón López Beltrán marchando por los nueve años de injusticia del caso Ayotzinapa cuando su padre, el presidente, prefiere adherirse a la “verdad histórica” del gobierno de Enrique Peña Nieto.

Lavarse las manos y endulzar los oídos de los ciudadanos con politiquería ya es lo normal en este gobierno y no solo mañana tras mañana, sino por las noches también.

Me pregunto. 

¿Vale más el juego político en nuestro país que la vida del mexicano?

La verdad histórica en nuestro país es un crimen.

No importa si se trata de los 43 o de las más de 500,000 víctimas de la pandemia de López-Gatell.

Ambos son crímenes de Estado.

El gobierno de la 4T promete mucho, resuelve poco.

La mayoría de sus promesas son a costa del dolor de los mexicanos.

Ahí están los pacientes de cáncer, esperando sus tratamientos.

AMLO lo resuelve con ocurrencias, como la creación de un supuesto bodegón de medicamentos.

Tres de cada diez alumnos abandonan el aula.

Y aún así, el gobierno de la 4T no estrategiza, elimina las Escuelas de Tiempo Completo y aplica una austeridad a la medida de sus necesidades gubernamentales.

Mejor invertir en las obras insignia del presidente, como el Tren Maya, que ya trae un sobrecosto de 208 por ciento y Dos Bocas, con un total que asciende a más de 17 mil millones de dólares.

Verdades que duelen.

Pero sigamos.

Según el Índice de Paz México, los homicidios ligados al narcotráfico han aumentado en un 300 por ciento.

Los balazos pueden más que los abrazos y el gobierno se ciega a conveniencia.

Se dice que se vive en el País de las Maravillas, cuando en realidad vivimos en un narcoestado.

Ahí está lo más reciente en Nuevo León.

Chiapas.

Zacatecas.

Veracruz.

Y así podemos seguir sumándole al dolor de México.

¿Qué se hace?

Nada.

Porque se juega con las verdades desde la silla presidencial.

Sean históricas o no, la verdad es que carecemos de líderes de altura.

Las estrategias cuatroteístas se quedan en pura politiquería.

Son primero las mañaneras, la imagen presidencial y de su equipo que atender los problemas de raíz.

Al cabo que el pueblo bueno y sabio entiende que la 4T hace su mejor esfuerzo.

Despúes de lo heredado por otros gobiernos.

Si, cómo no.

Digo, basta recordar al entonces rockstar Hugo López-Gatell, que de subsecretario de Salud no tenía nada más que el nombre.

Las nulas estrategias de López-Gatell y su negligencia ante la terrible pandemia no dejaron 6,000 víctimas por COVID-19 como alguna vez predijo podría ser “catastrófico”, sino que dejaron más de 500,000.

Pero la verdad histórica de López-Gatell con respecto a su gestión en la pandemia siempre fue otra, llena de fórmulas mágicas y otros datos.

Al cabo que el dolor de perder a un familiar por culpa de los malos manejos gubernamentales, como el no usar cubrebocas en los picos de la pandemia o el atenderse en casa, en lugar de los hospitales porque estaban saturados, se olvida rápido.

¡Ah, pero AMLO, en pleno COVID, con doctores de primera…

¡Inhumano!

¿Y todavía, el doctor “estrella” renuncia a su puesto en Salud, en días recientes (ya se había tardado) y quiere contender a la jefatura de la Ciudad de México?

Terrible verdad.

Y es que tal vez esa sea la única carta que protege a López-Gatell de terminar tras las rejas.

¿O no?

Y de los 43 normalistas ni se diga.

En este caso, AMLO y los suyos jugaron el juego más bajo y ruin.

Jugaron con la vida de los 43 y de sus familiares.

Apostaron sus cartas en nosotros “no somos iguales, somos diferentes” y daremos con los responsables.

Cinco años de informes y otras verdades, que a mí parecer fueron peores que la “verdad histórica” de Jesús Murillo Karam, el entonces Procurador General de la República.

AMLO y los suyos crearon una verdad histórica sobre la otra verdad histórica… y ensalzada con más politiquería.

Se utilizó de artillería no solo para perdonar al Ejército, sino para manchar a personajes electorales, como Omar García Harfuch, en una contienda de dedazos cuatroteístas.

Iguales o peores que los gobiernos anteriores.

Y en medio de la verdad histórica, el dolor de los padres de las víctimas.

El llanto de las madres por sus hijos.

La verdad enterrada entre otros datos.

Pero valen más los informes de un Alejandro Encinas, en el que se mantiene al margen de la culpabilidad del Ejército.

¡Todo lo contrario a lo que les vendieron hace cinco años!

La verdad histórica aquí, o sea, la verdad que se establece y es legítima desde el punto de vista de las víctimas, es que el gobierno de la 4T es un gobierno que miente.

Dicho por Vidulfo Rosales, abogado de los padres de los 43, “el gobierno entregó un informe que criminaliza a los normalistas”.

Y culpa al gobierno del estancamiento del caso Ayotzinapa.

Señor Presidente, que su hijo José Ramón López Beltrán acuda a la marcha para exigir justicia por los 43 es un descaro y que haya prometido una investigación pronta y expedita, cuando lo que entrega es totalmente lo contrario también.

Basta de jugar con el dolor de los mexicanos, ya tenemos suficiente.

La realidad es que ya leemos la verdad detrás de la “verdad histórica”, sea en un caso como el de los 43 o en las víctimas de la pandemia, y eso es más fuerte que los juegos políticos que usted y los suyos juegan.

López-Gatell no debería ni de asomar la cara.

Encinas y usted tampoco.

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