¿Cuánto falta para la elección?

30 de abril 2024

5 de abril 2024

Opinión

#LosTaconesDeMarcela | Gisela y Camila

Los Tacones De Marcela

No hay diferencia si eres una niña de Guerrero que va a casa de una amiga a jugar y termina secuestrada y asesinada, o si eres una candidata a la alcaldía de Celaya haciendo campaña en las calles, mientras te matan a tiros

Por Marcela Garza Barba

COMPARTE ESTA HISTORIA

La sociedad mexicana está podrida hasta la raíz.

Vivimos en un constante deterioro social, en donde la seguridad de todos pende de un hilo.

No hay diferencia si eres una niña de Guerrero que va a casa de una amiga a jugar y termina secuestrada y asesinada, o si eres una candidata a la alcaldía de Celaya haciendo campaña en las calles, mientras te matan a tiros.

Seguramente, la ética social en nuestro país se desdibujó desde antes de la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero durante su mandato, el mexicano se transformó en un ser más violento y con la plena libertad de cometer crímenes atroces sin consecuencia alguna.

El gobierno de AMLO es, actualmente, el más violento de la historia de México con más de 180 mil homicidios dolosos.

Celaya, donde mataron a la candidata de Morena por la alcaldía de dicha ciudad, es la número uno en inseguridad no sólo en México, sino en el mundo, de acuerdo al ranking 2020 de las ciudades más violentas.

Guerrero, según Data Cívica, es el estado que registró mayor violencia política y criminal en 2023.

Gisela y Camila nunca pensaron ser parte de esta estadística.

Hoy lo son.

Hemos normalizado tanto la violencia que preferimos preguntarnos si el video en malas condiciones del hijo de una candidata es de ahora o no y lo hacemos trending topic, sumándonos así a la guerra sucia electoral.

Preferimos darles replay a los juniors naranjas en Pa’l Norte o a los actos de campaña maquillados de la influencer Mariana Rodríguez.

Hemos normalizado tanto la violencia que seguimos de espectadores de las mañaneras de un presidente autócrata que no ha hecho más que hundir a este país con “abrazos y no balazos”, mientras dice que el pueblo está “feliz, feliz”.

Y nos entretenemos en las ponencias de personajes cuestionables y anti éticos como Félix Salgado Macedonio que maneja, junto a su hija Evelyn Salgado, a un Guerrero hundido en la miseria.

Seamos sinceros, preferimos la superficialidad que la cruda realidad, porque esta última duele.

Pero duele más no preguntarnos cómo llegamos a ser el país en el que matan igual a una niña que a una candidata, con días de diferencia.

Y, de pasada, linchan a la presunta culpable de la muerte de Camila porque el pueblo toma la justicia por sus propias manos, al ver la impunidad descarada en la que se vive.

Camila quería jugar con la hija de su vecina en una alberca inflable.

Gisela quería cambiar el estado de violencia de la ciudad en la que vivía, Celaya.

A ambas, la ingobernabilidad las mató.

A una el 27 de marzo.

A la otra, el primero de abril.

El país del revés les debe la vida a los familiares de ambas, porque les quedaron mal.

Aquí, los malos elevan sus manos mientras salen victoriosos por los crímenes cometidos.

Y los buenos con manos atadas, son violentados sin previo aviso y a plena luz del día.

Horas antes de que los criminales emboscaran a Gisela con sus motos, mientras caminaba las calles de San Miguel Octopan, la candidata a la alcaldía de Celaya por Morena había platicado a la prensa en un recorrido por el Mercado Morelos, que se sentía protegida por la gente, pero que en marzo sí había solicitado protección.

Específicamente, el ocho de marzo.

Vaya ironía, que la campaña de la candidata se centrara en regresar la seguridad perdida a Celaya y terminara abrazada por la misma violencia descontrolada que tanto quería mitigar.

Ya enterraron a Gisela y la justicia en su caso aún no llega, con todo y videos.

En el caso de Camila, la niña de Taxco de ocho años de edad, la familiaridad de su vecina no la hizo sospechosa de ningún crimen hasta que la madre de Camila la fue a buscar, horas después de la invitación, a la casa de su amiguita.

Mientras la madre de Camila acudía a la agencia del Ministerio Público, a presentar una denuncia por la desaparición de su hija, recibió tres mensajes en donde le solicitaron varios rescates.

El primero de 250 mil pesos.

El segundo de 35 mil pesos.

Y el tercero de 8 mil pesos.

¿Eso es el valor de la vida en México?

Y peor aún, eso es lo que ahora se hace entre vecinos.

La evidente impunidad y la negligencia de las autoridades orillaron a los habitantes de Taxco a tomar la justicia por sus propias manos y lincharon a una de las presuntas culpables del asesinato de la niña.

Ana Rosa “N” murió en manos de los taxqueños, quienes llenos de ira exigían justicia a las autoridades por la muerte Camila.

Mientras detallan que la muerte de Camila fue por asfixia, los dos hijos y la pareja de Ana Rosa “N” son detenidos y presuntamente vinculados a proceso.

Sin embargo, la ONU y Amnistía Internacional reclaman a México “pasividad” ante dicho caso.

Cada año son asesinadas más de 3,000 mujeres, niñas y adolescentes en nuestro país.

Sólo el 24 por ciento se contabiliza como feminicidio.

Y el presidente sólo puede decir que lo lamenta.

Que en la época de Felipe Calderón mataron a más candidatos que en su sexenio y que en este sólo van 15 candidatos asesinados.

Inaudito.

Que el presidente juegue a la mañanera, mientras México llora.

Gisela y Camila son el México que nunca quisimos ser y en el que nos hemos convertido.

Un México lleno de odio, miedo y una violencia normalizada y desmedida.

Piensen antes de votar, por el futuro de sus hijos, por sus nietos, porque si no, seguiremos siendo tierra de nadie.

Publicidad
Publicidad
Publicidad